Pocos espacios quedan para la verdadera poesía juvenil. Pero, que es ese tanto salgan? No. Hablo de la poesía del deslumbramiento, del arruyo permanente con la dulce ternura vitalista que pregonaba el joven Rimbaud en sus poemas en prosa. ¿Ser joven acaso no es una aventura? No hace falta viajar a África. Deslumbramiento y convicción, en este orden Julieta Sbdar nos sorprende con una estética de la nimiedad, de la minucia hogareña más potente. Amar al padre, amar a las Mandarinas con la misma intensidad. Imposible no colocar a Sbdar junto al Passolini de los comienzos, a Sandro Penna, a Arturo Carrera. Este libro hace de una juventud, un vínculo, pero no un valor.